jueves, 23 de junio de 2011

Exhortación al martirio

Tertuliano (siglos II-III)
Exhortación a los mártires, 4

Pero el temor a la muerte no es tan grande como el temor a los tormentos. Recordemos a aquella famosa mujer ateniense que, aun conociendo perfectamente la trama de la conjura y habiendo sido sometida a tortura por el tirano, nunca dio los nombres de los conjurados sino que se arrancó la lengua de un mordisco y se la escupió a la cara para que entendiesen que con las torturas, aunque se prolongaran mucho tiempo, nada podrían sacarle. Y también es conocido un rito que para los espartanos tenía la máxima importancia: la flagelación. En este ceremonia sagrada los jóvenes más nobles son azotados delante del altar en presencia de sus padres y parientes, y estos les exhortan a perseverar en el suplicio.
Y consideran que no hay mayor título de honor y de gloria que perecer bajo el sufrimiento sin haber proferido ni un solo grito de dolor. Así pues, si es lícito por afán de gloria terrenal exigir semejante prueba de fuerza del ánimo y de los sentidos, de modo que estos puedan demostrar que no hacen caso de la agresión de las armas, del suplicio de las llamas, de los tormentos de la cruz, del furor de las fieras, del refinamiento de las torturas, todo con la sola ilusión del elogio humano, puedo decir con justicia que muy pequeños son vuestros sufrimientos frente al fulgor de la gloria divina y de la recompensa celestial.
Si tanto estimamos el vidrio, ¿en qué mayor consideración no deberemos tener a la perla? ¿Y quién no querrá dar por la verdad lo que otros han ofrecido de buen grado por la mentira?

No hay comentarios:

Publicar un comentario